jueves, 22 de octubre de 2009

Afectan la eternidad

"'El maestro', como observó Henry Brook Adams, 'afecta la eternidad y no se puede apreciar dónde termina su influencia'. Esta verdad atañe a todos nuestros maestros. En el hogar, en la escuela y en la Casa de Dios, hay un maestro cuya vida se proyecta por encima de los demás. El enseñó sobre la vida y la muerte, el deber y el destino. Vivió no para que lo sirvieran sino para servir, no para recibir sino para dar; no para salvar su vida, sino para sacrificarla por los demás. Describió un amor más hermoso que la codicia, una pobreza más rica que un tesoro. Se ha dicho que este maestro enseñaba con autoridad y no como lo hacían los escribas. Me refiero al Maestro de maestros, Jesucristo, al Hijo de Dios, el Salvador y Redentor de la humanidad. Cuando los dedicados maestros responden a la cálida invitación del Señor: 'Venid, aprended de mí', no solamente aprenden, sino que también llegan a ser partícipes de su divino poder."
(Pte. Thomas S. Monson, Liahona octubre 1990, pág. 4,8)

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