jueves, 22 de octubre de 2009

Un escudo protector

"La rectitud es un escudo, un protector, un aislador, una fuerza, un poder, un gozo, un rasgo de Cristo. Sí, viviendo rectamente se rompen cadenas.
Muchos nos encontramos sujetos por las cadenas de los malos hábitos, por complejos de inferioridad creados por la mala conducta y la indiferencia; estamos sujetos por una falta de disposición a cambiar para el bien. No es extraño que hoy, como en los días de Nefi, Dios nos ruegue: 'Despierta', 'escucha', 'no lo pospongas más', 'créeme', 'vuelve', 'busca el camino recto'. Sacudirse las cadenas exige acción; no es posible romperlas con el deseo de hacerlo, ni lo lograremos con una declaración de lo que lo haremos. Se requiere cometido, autodisciplina y esfuerzo. Las cadenas pesan mucho sobre el corazón y el alma afligidos; nos relegan a una vida sin propósito ni luz; debido a ellas nos confundimos y perdemos el Espíritu. Entonces, es preciso que nos levantemos y respiremos el aire libre de la rectitud, que avancemos con paciencia, comprensión amor y un cometido firme."

(Elder Marvin J. Ashton, Liahona enero 1987, pág. 13)

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