jueves, 22 de octubre de 2009

La Ciudad de Dios

"El evangelio nos da una idea del horizonte lejano y nos revela el resplandor de las luces de la Ciudad de Dios. Este es un lugar de semblantes alegres donde la justicia y la misericordia, al igual que la dignidad y la verdad, son compañeras constantes. Allí no existe la compulsión sino que prevalecen la generosidad y la bondad. El egoísmo y la vulgaridad son desconocidos puesto que pertenecían a un lugar pasado y primitivo. Aquí la envidia no podría florecer. Se estima a los vecinos como a uno mismo. En esta ciudad, en la que todos los residentes cumplen con el primero y el segundo mandamiento, habita una comunidad de personas excepcionales que son unidas en mente y corazón. Nosotros no seremos extraños en la Ciudad de Dios."
(Elder Neal A. Maxwell, Liahona Julio 1986 pág. 33)

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